Tras el parón
veraniego al que el rigor del clima “Altomijareño” nos obliga, solo destacar
alguna pequeña salida con niños para inculcar ese gusanillo que nos corroe por
dentro para amar la montaña. Cabe destacar la subida a La Muela, donde los
chiquillos se portaron como verdaderas cabritas subiendo y posteriormente
bajando (evidentemente) por esas laderas pedregosas en las que debimos tener
mil ojos para que no dieran un traspiés y bajaran “por la vía rápida”.
Otra actividad con ellos fue la
ruta de los estrechos en Montanejos, solo la mitad, desde el pueblo hasta el
Chorro, donde habíamos dejado vehículos para la vuelta. Se lo pasaron en
grande, al principio alguna protesta, pero con el descansito y avituallamiento
del almuerzo, y con la llegada divertidísima al Chorro, se les pasó todo y
disfrutaron como niños (que lo eran) con el remojón.
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