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DIA 31 DE JULIO
Reunión a las 17,00 en Villahermosa.
Integrantes de la expedición: Amadeo, Benja, Caco, Carmen, David, Fernando, Juanjo, Loren y Manolo.
Primer cambio de planes (y muy acertado), en vez de salir desde el mismo pueblo, nos acercamos con los vehículos hasta el “Mas de Borrás”, con lo cual nos ahorramos un buen tramo de pista sin interés paisajístico y sobre todo durante horas en que el sol todavía cae con fuerza.
Aparcamos los vehículos, nos equipamos convenientemente y salimos del parquing del Mas sobre las 17,45 horas. Por cierto, hay un montón de gente de Burriana recogiendo a los niños del campamento.
Cogemos una senda de ascenso para buscar un collado en el que enlazamos con una pista. En dicho ascenso, primer contratiempo importante: David pierde fuelle, pulsaciones por encima de 140 y solo llevamos 20 minutos de andadura.
Paramos para que se recupere, el mismo duda y piensa en volverse. Se toma una decisión, se reparte gran parte del peso que lleva en la mochila entre distintos compañeros (a Amadeo le toca las latas de atún), con un paso lento ante las circunstancias y con calma, llegamos al final de la senda de ascenso, la cual enlaza con una pista forestal, en dicha encrucijada hacemos una parada para reponer líquidos, y algunos fumarse un "pitillo", David hace intención de ponerse un cigarrillo en la boca, la amenaza de Amadeo lo hace desistir de su acción. Manolo se encuentra una cámara de fotos Nikon de 5mp.
Continuamos por la pista y más tarde por una bonita senda por la que de repente surge ante nuestros ojos el pico de Penyagolosa, el “Gegant de pedra” se presenta imponente. Ese es nuestro destino. El camino es muy ameno, las vistas impresionantes y parece que David se ha recuperado bastante, la verdad es que llevamos bastante rato llaneando y el camino es agradecido.
Por fin llegamos a un paraje de extremada belleza, un paso llamado “La Puerta de Penyagolosa”, cada vez nuestro objetivo está más cerca. La luz ha cambiado, el atardecer empiezan a anaranjar los tonos y la roca del Gegant, nos regala sus franjas rojas de ferrita desde su lado sur. Reponemos fuerzas y comemos un poco de fruta, frutos secos, etc.
Aunque empezamos el ascenso, este es bastante paulatino, y no crea demasiado cansancio, por si fuera poco, llegamos a una fuente (¿de las mozas?), y allí frente a nosotros, a no más de 25 metros una imponente cabra montesa macho, vigilando que no nos acerquemos mucho a la hembra y a un chotito. Estos dos huyen y suben por unas peñas desafiando a la gravedad. El macho se retira de la senda, pero se queda expectante ante todos nuestros movimientos. La hembra nos vigila desde lo alto de una peña.
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La subida se endurece, empieza a bajar la luz y sopla un aire fresco, el paisaje cambia a bosque cerrado con helechos y un verde oscuro lo rodea todo. Los abductores empiezan a cargarse, hay que moderar el paso a pasitos cortos. Llegamos a la nevera donde descansamos y tomamos algunas fotografías. No sé si será casualidad de estar en la nevera, pero empieza a hacer frío.
Por pista, llegamos hasta el corralico o base del pico, es una explanada a la que se puede acceder por pista con vehículo. De aquí ya arranca una senda serpenteante hacia arriba, es la senda hacia el pico. La vegetación empieza a cambiar, cada vez hay menos árboles, aunque de momento los que hay nos proporcionan escalones naturales con sus raíces. Subimos la senda con mucho cansancio, llevamos más de 4 horas de camino y con un desnivel positivo bastante acusado.
Llegada al refugio, una pequeña caseta de piedra y techada, objetivo de los vándalos y dudosos artistas grafiteros al carbón. En esta parada ya es obligado equiparse con frontales la noche ya está cerrando y la única luz proviene de una luna cuarto creciente. Seguimos el ascenso. Empieza a arreciar un fuerte viento, la sensación térmica acojona.
Tras unos minutos que parecen interminables, llegada al pico. Son aproximadamente las 11 de la noche. Cambio rápido de ropa sudada, y a abrigarse bien. El viento es muy fuerte y desapacible. Buscamos un rincón donde cenar, calentar una sopa con el hornillo y distraernos un rato. Caco y Carmen no se unen al grupo, al parecer Caco ha cogido frío y no lleva bastante ropa de abrigo, deciden bajar al refugio. Benja se ofrece a guiarlos y luego subir, Loren los acompañará para que luego Benja no suba solo.
Caco y Carmen se quedan en el refugio. Los demás nos quedamos en el pico, no sin antes dar la opción de bajar todos ya que dormiríamos mejor. Se impone la cabezonería de dormir al raso arriba, es muy incómodo, hace frío, y sobre todo viento, no para de azotar la cima. Las ganas de ver el amanecer desde lo alto pueden con la comodidad.
Nos intentamos resguardar todo lo posible, pero no hay sitio donde no llegue el aire. Manolo, Juanjo y Fernando deciden dormir sobre el tejadillo de la caseta del guarda, al menos, ellos duermen sobre superficie plana. Los demás optamos por repartirnos detrás de la caseta. Es horroroso… pero a la vez hermoso. La noche a pesar de todo es clara y las estrellas se pelean por caber en el cielo, es la ventaja de no pegar ojo, que lo ves todo.
A partir de las 5.30 empieza a clarear. En el horizonte sobre el mar surgen los rosados dedos de la aurora (homero), el viento no ha pardo en toda la noche, hemos dormido fatal, pero el amanecer empieza a valer la pena. Aunque nos da la impresión que desde el refugio se hubiese visto parecido. Para algunos ha valido la pena, para otros y a tenor del humor con el que se han levantado, no la ha valido (cauno con su caunismo). Poco más tarde, 6.30, el sol aparece por el horizonte y empieza a elevarse, tras el espectáculo de la salida del sol (motivo por el que hemos pasado la puta noche en la cima) es el momento de desayunar y empezar a descender, de camino recogemos a los que han dormido en el refugio.
Llegada al corralico, tenemos la idea de atajar el camino por los “cingles de marcen” pero hay un problema, las reservas de agua de todo el grupo escasean, así que buscamos una fuente que se supone existe en la cabecera del barranco de la pegunta. No hay suerte, la fuente está seca, la única opción que se nos ocurre es bajar por el mismo barranco de la pegunta hasta San Juan, y rellenar allí las cantimploras.
Almuerzo en la fuente de la pegunta, como siempre este barranco espectacular, además le han añadido carteles informativos sobre las diversas especies arbóreas existentes, un punto más al bonito paisaje. Llegamos a San Juan (+- las 10??), carajillo obligado, descansito y puesta en marcha.
Desde San Juan, acometemos el GR7 dirección Villahermosa, aunque nos toca recular un poco, estamos tan cansados que ya perdemos las fitas de todo un GR, eso mina algún ánimo, Carmen decide quedarse en San Juan, y que la recoja después Caco. Sobre la ruta correcta, emprendemos el camino hasta empezar un acusado descenso hacia el río Carbo, es una dura y larga bajada, la profundidad se observa muy bien durante todo el camino. Otros grupos de excursionistas alojados en San Juan, hacen nuestro mismo camino, la verdad es que no van muy bien equipados, no se les ve calzado apropiado, ni botellas de agua, en fin, la bajada la harán bien, pero ya verán como suben.
Llegada al molino de Carbo, baño refrescante, de las plantas de los pies sale vapor en contacto con el frío río.
Seguimos el GR7 hasta un desvío que nos llevará al mas de Borrás, lugar donde tenemos los coches, mientras se sigue el curso del Carbo, todo bien, pero el desvío mencionado empieza con una fuerte rampa de ascenso que sube hacia el mas de la atalaya. Las fuerzas empiezan a flaquear, y la marcha se reduce mucho.
En la atalaya, parada a reunificar grupo y descanso. Olor a orina por todas partes, Fernando es increpado por una negra que vive allí: “aquí no hay nada que ver” muy amable la señora con unos excursionistas que se han parado a descansar a la sombra.
Tras el palizón de la subida a la Atalaya , nos espera otra sorpresa, el mapa traiciona un poco y después de bajar a una rambla se supone que la senda continúa simplemente cruzando ésta, pero no, la senda se pierde, Juanjo, con mucho criterio decide inspeccionar rambla arriba y ver si la senda está un poco más hacia su cabecera, así es, a 200 metros rambla arriba, cruzando ésta, la senda sigue… pero vuelta a subir. Los ánimos se empiezan a perder, y algunos presentan síntomas de cansancio serio, David empieza a ver estrellitas y hay que prepararle un mejunje de azúcares, hemos pasado el medio día, y “El Lorenzo” empieza a castigar con justicia. La subida es dura, mucho calor, mucho cansancio, y poco ánimo, por fin llegamos a la pista donde descansamos, reponemos fuerzas y nos animamos un poco. Empezamos a bajar la pista y ya vemos el mas de Borrás bastante cerca, media horita de bajada y por fin llegamos a los coches.
Llegada a Villahermosa sobre las tres de la tarde, en el hotel comilona para celebrar que estamos vivos.
Vuelta a El Tormo en coche, ducha, cura de ampollas, siesta y fin de la crónica.
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