30 de junio
Después de la experiencia adquirida en el día anterior con el Liri, para el segundo día decidimos una empresa similar, ir a Barbaruens a bajar el barranco con el mismo nombre, esta vez vamos solo los recién llegados, ya que Javi trabaja hoy en el río.
Este barranco difiere en el anterior en su tecnicidad, a diferencia del Liri, éste no requiere tanto equipamiento de cuerda, y se basa más en los saltos, toboganes, etc. Es decir, nos vamos a un parque acuático pero con el agua fría de rabiar, con bastante más potencia de chorro y sin xatis en bikini tostando sus cuerpos al sol (algún maromo forrao de neopreno si que vimos, pero xatis ná de ná...)
Empezamos la aproximación, que dura aproximadamente una hora y media y en todo su recorrido de subida; lo que así contado parece duro, (que lo es) se ve recompensado por una de las sendas más bonitas que os podáis imaginar; el segundo “treking en calçotets” discurre por un pasillo umbrío con una vegetación pirenaica que quita el sentido: robles, arces, boj, helechos, musgo, y unos “peazo” de haya con troncos que no abarcan dos personas (donde estén nuestros queridísimos pinitos, tollagas y coscojas...)
Llegamos a la cabecera y nos encontramos a un grupo de personas que se disponen a bajarlo, son tres guías con una treintena aproximadamente de “militronchis”, así que para no topar con ellos, decidimos tomar las cosas con calma, almorzar y dejarles avanzar por delante.
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