Esta vez teníamos invitados novatos y querían probar lo que era un barranco, así que los llevamos al Lobo, que reúne características como: ser corto, bonito, y lo suficientemente técnico como para que valoren el trabajo bien hecho por un buen guía (El Benja) y la seguridad ante todo.
Así que nos fuimos Benja y yo, con mi sobrino Guille y José María, un amigo suyo. Como dos buenos urbanitas, llegaron con su chándal y sus zapas de ir al gimnasio, sin mochila, sin almuerzo y sin agua… ¡con dos cojones, chavales…! menos mal que aquí estaba el tío y su amigo, que con la camaradería que surge en la montaña, enseguida les cogimos algo de alimento y un poco de agua (amén de la bota de vino, que ya inseparable nos acompaña a todas nuestras aventurillas… un homenaje a Labordeta)
El barranco en su línea, tan solo resaltar que un par de pozas tenían más agua de lo normal, y de esta manera practicamos el rapel guiado para evitar mojarnos el culete, y también que contándonos a nosotros éramos tres grupos para tan pequeño barranco… esas reseñas en interné han hecho que la fama llegue a este enclave, eso sí hay que agradecerlo, ya que limpio de vegetación estaba, y como nunca.
Bueno, chavales, espero que disfrutarais, aunque me consta que sí, y si esto hace que os duela más el picotazo de la montaña… ya sabéis donde estamos y por este blog podéis ver lo que hacemos.
Un saludo, y felices agujetas….
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