"Si piensas que la aventura es arriesgada, prueba la rutina... es mortal"
Pablo Coelho
martes, 2 de noviembre de 2010
IIª RUTA PENYAGOLOSA 2 JORNADAS
Al alba y con viento fresco de levante, el día 9 de octubre, emprendimos marcha con nuestros vehículos a la población de Villahermosa del Río, población de las tres mentiras, aunque no sé porqué dicen eso, pues efectivamente es una villa, tiene un río (el Carbo) y hermosa..., pues no está mal, y supongo que para sus habitantes lo será y mucho.
Allí estábamos los aguerridos montañeros: Amadeo, Armando, Benja, el Kako, Cristian, y yo, Loren, vuestro reportero de siempre, que con retraso y con menos tiempo que antes para realizar crónicas os escribe ésta.
Como relataba, en Villahermosa hicimos una parada para avituallarnos de pan y otras viandas, y emprendimos camino, todavía motorizados, hasta el Mas de Roncales, donde dejamos los vehículos y ya nos equipamos con las pesadas mochilas para comenzar la marcha.
El camino del primer día se realizó bajo dos circunstancias especiales, el constante desnivel positivo, y la amenaza de lluvia torrencial que nos acompañó todo el camino, recordando los consejos y avisos de todo el mundo: “Estáis locos, viene una gota fría...” “dan 100 litros por metro cuadrado para hoy...” En fin, pero como para cabezones no nos gana mucha gente, allí que nos fuimos usando la máxima de “no me de usted consejos, sé equivocarme solo” y nos pusimos a subir por la vertiente derecha orográfica (según el curso del agua) del río Carbo, como digo desde Roncales, y visitando todas las masías de la subida hasta la de Maluendas. Gran empresa la nuestra, pues como más tarde nos comentó un habitante de esta última masía, el camino no se había limpiado desde hacía 16 años, así que la pelea fue con el mapa, con la subida, y con las puñeteras tollagas.
Una vez conquistada la lloma plana, las sendas vuelven a ser de calidad, se nota que estás en el “parc natural del Penyagolosa”, y desde allí tomamos la senda que sube por el “Barranc oscur” para buscar la “font y el Mas de la Cambreta”. Bonito camino este, umbrío y húmedo con una exuberante vegetación y una gama de verdes de lo más amplia.
Una vez pasada la Cambreta, es conocido el Corralico, y de allí la subida hacia el pico, recuerdos del año pasado nos asaltaron a los que allí estuvimos disfrutando de aquellos lares.
Por fin, la llegada hasta el refugio, esta vez, no seguimos hasta el pico (tampoco era esta la intención), además la cima estaba totalmente cubierta por una espesa niebla, y justo antes de llegar al “refu”, comenzó a gotear, con lo cual había que apresurarse a recoger algo de leña si queríamos encender la pequeña chimenea de la casita, este acto nos acarreó algún que otro problema con una excursionista que decidió abanderar su cruzada en solitario contra el fuego advirtiéndonos de malas maneras de nuestra intención de calentar un poco la estancia (Pa que coxones va a estar la chimenea si no), volvimos a usar la máxima “No me dé usted consejos, sé equivocarme solo”...
Al poco rato de nuestro descanso dentro del refugio, comenzó lo que todos nos habían advertido, el cielo empezó a desplomarse sobre nuestras cabezas, y en el exterior, parecía que el mundo se terminaba, en un pandemonium de rayos, truenos y centellas, y como hay gente que es gilipollas, y no respeta nada, tuvimos que hacer un poco de ingeniería hidrográfica para sellar la entrada de agua dentro del habitáculo, pues algún iluminado ha decidido arrancar la puerta y romper uno de los cristales de las ventanas... en fin, nada que no se pudiese solucionar con unos plásticos, el problema de la entrada de agua era que nos iba limitando la superficie de suelo seco donde poder echar las esterillas y los sacos y poder dormir.
La fortuna quiso que después de tres horas de tormenta, la lluvia cesó y con ello nuestros intentos vanos de parar la inexorable entrada de agua, así que por fin, pudimos descansar y disfrutar de la escasa lumbre que habíamos encendido.
La mañana nos regaló un día claro y relativamente despejado, así que tras el desayuno, emprendimos marcha hacia abajo, el paso fue por la nevera (gran despago, ya que los responsables del parque han sellado todas sus entrada, supongo que para protegerla de iluminados como los que describo anteriormente), y por debajo de los cinglos de Marcen, gigantes vigilando nuestros pasos de hormiga debajo de sus pies. Llegada a la masía de ese mismo nombre (Marcen) la decisión fue atajar hasta buscar el GR7 en su cruce con el Carbo, así que volvimos a usar “sendas olvidadas” y bajando como cabras llegamos a este destino. Desde aquí solo nos quedaba un suave paseo disfrutando el camino por el fondo del barranco acompañados en todo momento por la agradecida compañía del agua en su discurrir para tributar en el Río Villahermosa.
Por fin llegamos a los coches, y con la alegría del objetivo cumplido, y de habernos salvado de los “chuzos de punta” vaticinados, nos volvimos a casa a reponernos de esta dura pero bonita y gratificante ruta.
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Muy bueno, Loren, lo de la chimenea, me gusta como describes toda la actividad. Esta bien que hagais actividades para manteneros un poco en forma y conocer mejor vuestra zona, ademas me rio un poco leyendolas. Seguir así
ResponderEliminarGracias por los ánimos Javi, es dificil mantener esto con la ilusión de solo unos pocos, pero se hace lo que se puede. Lo malo es que antes tenía mucho tiempo para escribir, y ahora con mi nueva jefa, las cosas han cambiado... pero bueno, como digo, se intentará.
ResponderEliminarUn saludo
Loren